Rendijas

Los humanos tenemos un ángulo de visión de unos 180 grados, dependiendo si hemos pasado la ITV visual, miopía, astigmatismo, hipermetropía, los ojos desalineados, también desaliñados, uno mirando aquí y el otro a Albacete, como Mari, al que decían el virolo. La nobleza cuando camina por la calle y ven algo extraño, algo o alguien, más bien esto último, jamás vuelven la cabeza, vuelven el torso y a su vez, como pareces obvio la cabeza. Es el caso del Matías, entre otras cosas porque careciendo de abolengo, es de cuello escaso, le falta una cervical,  y poco dúctil, pero la naturaleza, quizá por compensarle, le ha dotado, de una visión rumiante, vacuna que abarca unos 340 grados, de modo manera y condición, que no le hace falta hacer giros o girautas para percibir lo que sucede a su alrededor, sin parecer un musgo, viendo sin mirar y haciéndose cargo de lo que ve en un si es no es. Ayer fue a hacer unas gestiones al banco, y como siempre a pedir; siendo así entendió que no había prisa, así que se sentó e hizo cola, ineludible pues había un grupo, abundante, pues los hay de tresena, cuatrena, ochote u orfeón, este era el caso, todos de pie y en una ruidera importante, se les notaba nerviosos. Todos era de su edad, entre los sesenta-setenta, que si no se tiene dentadura hay riego de que se entiende si sientes que te entra. Aburrido preguntó al más cercano ¿Qué, de excursión, a firmar los billeticos y el abono? Este, el cercano, le contestó agachando un poco la cerviz, ¡¡¡Qué va, que va, una herencia!!!  Ya, supongo que la liquidación de títulos mobiliarios (Ahí se tiro un farol, para demostrar que del asunto, en general, sabía algo). Pues sí, lo gordo ya está hecho. Un primo soltero, no sabemos si entero dijo mientras sonreía con complicidad. Acabaron la faena y se fueron los causahabientes. El no tenía prisa, así que miro al joven que tenía sentado a su lado ¿Tú o yo, quién va primero? No sé, pero estoy nervioso, le contesto Juan Pablo, que así se llamaba. ¿Y eso? Es que estas cosas me ponen nervioso. Pero hombre por Dios. Sí, es que llevo unos días chungos. Me ha echado del trabajo, justito, justito, cuando me han dado el alta. Tenía contrato de prueba, seis meses, y me cogí una baja, y estuve hospitalizado…en el Caracol*, aquí cerquita. ¡¡¡Vaya por Dios!!! ¿Y? Cuando uno le duele el vientre, la cabeza o no rige esfínteres va al  médico, del mismo modo si es que las ideas se disparatan, lo mismo ¿Que diferencia hay? Yo mismo, siguió el Matías, tengo los muslos amoratados de las inyecciones de aguarrás que me han puesto para tranquilizarme, ya me entiendes…Así que tranquilo, tú toma lo que te hayan recetado, no soples, que es contraproducente, si vives con tus padres no les refufes mucho y contempla. El crio le dio la mano y paso a sus quehaceres en ventanilla. Acabó. Le miró agradecido le dio de nuevo la mano. No se dieron un abrazo porque se acababan de conocer y es precipitarse, mejor esperar unos años. Llegó su turno. Pasó. ¿Dígame, en que puedo ayudarle? Le preguntaron. Se le puso cara de tonto y tuvo que reconocer que después de la herencia, el frenopático, no recordaba a qué había ido a la entidad. Salió y pensó que la próxima vez se pondría un post-it en la frente para no olvidarse. El mirar, el ver, sin que se note que miras, es una maravilla, como decía una visión circular sin necesidad de mover la pelota; ocurre que se acaba viendo demasiado y eso despista de mirarse a uno mismo. Venga, va, otro post-it, pegado, esta vez, al espejo del baño, que le recuerde al protagonista, que  salir de casa a pelo y ojos al por mayor solo si se está con las ideas despejadas, sino ponerse anteojeras. No pocas veces mirar por una rendija tiene sus sorpresas…Lo mucho a veces cansa, aturde y lo poco agrada. Vaya que sí.

*Caracol. Edificio del hospital del pueblón, que acoge a inquietos y nerviosos, que ya nos entendemos.

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